domingo, abril 30, 2006

El Barroco



En la entrada anterior vimos las características más destacadas de la literatura de los llamados Siglos de Oro (Renacimiento y Barroco). En esta entrada nos centraremos en las características del Barroco. El arte barroco, y la literatura con más motivo, reflejarán los sentimientos de desolación, soledad y muerte que atormentarán a los escritores.
La sensación de crisis moral que afecta a la sociedad del momento producirá una prosa didáctica y moral, representada sobre todo en los escritos de Baltasar Gracián.
La realidad social y económica del país no invitan más que a reflejar este pesimismo. El campo sufre el abandono de sus gentes en busca de una vida mejor en las ciudades, que ya de por sí depauperadas, acogen a un mayor número de menesterosos.
La iglesia mantendrá sus privilegios y aumentará su poder de control de la sociedad, tanto en el plano ideológico como cultural. La nobleza, a su vez, se alía con la iglesia para frenar y anular el auge de la burguesía. La lectura de El caballero de Olmedo nos sirve de ejemplo para comprobar esta tensión social propia de la época. Lope de Vega, creador del teatro nacional, cultivará con profusión la temática histórica de exaltación patriótica y de valores tradicionales como la religión, el honor, la milicia, el orden social establecido, la monarquía, etc.
Toda esta conciencia de decadencia y crisis producirá una literatura evasiva de la realidad, con un cultivo de las obras festivas, como hacen Góngora y Quevedo. El lenguaje se hace rebuscado, complejo y artificios, juguetón, burlón, ya sea para evadirse de la realidad, ya sea para embellecerla exageradamente. Surgen así las dos corrientes poéticas del Barroco: el conceptismo y el culteranismo. Se extiende la protesta, la crítica ácida de la sociedad (sobre todo Quevedo), la angustia íntima y la búsqueda de consuelo religioso o moral. No es de extrañar el deseo constante de la evasión de la ciudad hacia las soledades del campo (Góngora).

En cuanto al teatro, comentar que se trata de un espectáculo de masas, ideológicamente dirigido por los estamentos poderosos, nobleza e iglesia. Los ideales del honor, la autoridad, el poder religioso y militar se mostrarán al público de manera convincente. Se trata de un teatro propagandístico al servicio del poder, que a la masa desesperada le sirve como elemento de evasión. Se puede resumir con la expresión enseñar deleitando.
Como ejemplo del poder religioso en la época, añadir que en el Barroco se cultivan las comedias de santos y los autos sacramentales, géneros en los que destacan Tirso de Molina y Calderón de la Barca, respectivamente.