viernes, octubre 28, 2011

Entre lo impreso y lo digital

 
Siempre que nace una nueva herramienta, la reacción de las personas oscila entre el rechazo al nuevo intruso, y la adoración a la nueva verdad revelada. 
Quienes la rechazan consideran que el mundo da un paso atrás en el conocimiento y el desarrollo de las destrezas. Estos nuevos apocalípticos se llevan las manos a la cabeza ante el inminente peligro que corren nuestras vidas y las de los futuros habitantes, ahora tiernos infantes.
En cambio, para los integrados, la futura salvación de la humanidad da un paso de gigante con cada nueva herramienta, descubrimiento técnico o mejora material. E internet es lo último.


En el caso que nos ocupa, el fenómeno es harto curioso, pues el desarrollo de internet frente a la transmisión escrita de textos y documento, ha supuesto una dura pugna entre dos formas de almacenar, transmitir y tratar la información. La batalla entre dos soportes es una batalla entre dos entendimientos o pensamientos. Y lo curioso es que en el universo informático se empiezan a levantar voces críticas hacia el nuevo ser engendrado (por no decir engendro), y las consecuencias de su uso.
El autor de este libro ha pasado de ser fervoroso defensor de la nueva tecnología, a mostrar los peligros que pueden sobrevenir de este nuevo modo de relacionarse con la información. La abundante bibliografía que maneja (en la que se incluyen páginas web) sostiene las principales ideas que desarrolla en el libro.
Es curioso que el soporte elegido por el autor sea el del libro frente a la pantalla. La explicación es simple: la lectura profunda, reflexiva, pausada, de buceo en las ideas, de morosidad en los ejemplos, de gusto por la lectura y solo la lectura, se da en el libro impreso. Frente a esto, y es cierto, está la lectura en la pantalla: brincos por el espacio enmarcado de luz, mirar por una ventana para no ver, leer con los ojos ciegos, no con la mente, informarse para no recordar, disfrutar del espectáculo visual, navegar por la superficie de este nuevo piélago. Pero no pensar, no inferir, no relacionar. Un bienvenido al mayor espectáculo del mundo.
Podemos concluir que internet permite informarse de lo que necesitamos saber, pero el libro nos permite reflexionar, pensar y pruducir ideas. Con uno manejamos información; con el otro manejamos pensamientos.
Para la educación, se abre una profunda reflexión: no solo de TIC aprende el alumno; también del libro se aprehende.